Curso Teórico Clínico del TyA
Córdoba
NUEVAS ADICCIONES
CUERPOS ERRANTES, FIJEZA ADICTIVA
ARGUMENTO
Justamente, si hay algo en lo que Lacan es
freudiano y no deja de serlo nunca es en este punto. Hay la fixierung, la
fijación de la pulsión y hay, también la deriva pulsional. Es decir que a nivel
de la pulsión está lo fijo, lo que quedó fijado, dice Freud, porque no alcanzó
el desarrollo normal, y está lo que va a la deriva, lo que de la pulsión no
está reprimido y por ende está como suelto, como desatado.
En el Seminario XXI: Les Non Dupes Errent. Los no incautos yerran, aún inédito, Lacan se propone desglosar la palabra errar para llegar hasta una de sus raíces: iterare. De donde se deduce por un lado un sentido iterativo, es decir lo que insiste y siempre vuelve al mismo lugar, y por el otro un sentido itinerante, que tiene que ver con lo que cambia de lugar, con lo que se mueve, con lo que viaja, es decir, con lo errante. Nuevamente aquí quedan en evidencia estas dos dimensiones, que inauguran y describen la vida pulsional de todo ser hablante.
Entonces ¿Qué tiene de nuevo todo esto?
Nada. Sin embargo, los toxicómanos nos llevan la delantera, ayer, hoy y ¿Siempre? Probablemente, ya lo veremos. Nos llevan la delantera, como dice Lacan de lo artistas, porque nos muestran de una manera privilegiada y develada lo que atañe al goce y más precisamente a la cualidad autoerótica e indomesticable del goce que hace a lo incurable de cada quien. Y si este año, queremos recuperar la estofa fija y errante de la pulsión es porque nuestros adictos, los de hoy, los que en el TyA hemos dado en llamar “adictos a la imagen”, nos enfrentan de una manera notable a lo inmutable de esa fijeza y a lo imparable de esa errancia.
En el Seminario XXI: Les Non Dupes Errent. Los no incautos yerran, aún inédito, Lacan se propone desglosar la palabra errar para llegar hasta una de sus raíces: iterare. De donde se deduce por un lado un sentido iterativo, es decir lo que insiste y siempre vuelve al mismo lugar, y por el otro un sentido itinerante, que tiene que ver con lo que cambia de lugar, con lo que se mueve, con lo que viaja, es decir, con lo errante. Nuevamente aquí quedan en evidencia estas dos dimensiones, que inauguran y describen la vida pulsional de todo ser hablante.
Entonces ¿Qué tiene de nuevo todo esto?
Nada. Sin embargo, los toxicómanos nos llevan la delantera, ayer, hoy y ¿Siempre? Probablemente, ya lo veremos. Nos llevan la delantera, como dice Lacan de lo artistas, porque nos muestran de una manera privilegiada y develada lo que atañe al goce y más precisamente a la cualidad autoerótica e indomesticable del goce que hace a lo incurable de cada quien. Y si este año, queremos recuperar la estofa fija y errante de la pulsión es porque nuestros adictos, los de hoy, los que en el TyA hemos dado en llamar “adictos a la imagen”, nos enfrentan de una manera notable a lo inmutable de esa fijeza y a lo imparable de esa errancia.
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